martes, 20 de octubre de 2015

NUNCA OLVIDES DECIR TE AMO...

TU DICES, TE AMO? VALE LA PENA LEERLO!

 Dos hermanitos jugaban con bolitas en frente de la casa, cuando Julio, el chico más pequeño, dice a su hermano Ricardo: 

― ¡Mi querido hermano, yo te amo mucho y nunca me quiero separar de ti! Ricardo, sin dar mucha importancia a las palabras de Julio, dijo:
 ― ¿Y qué te pasa? ¿Qué hablas de esa cosa de amar? ¿Quieres callarte y continuar jugando? Y los dos continuaron jugando la tarde entera hasta anochecer.
En la noche, el señor Jacó, padre de los dos niños, llegó del trabajo.
Estaba exhausto y de mal humor, pués no había conseguido cerrar un negocio importante...
Al entrar, Jacó miro a Julio, que sonrió a su padre y le dice:
 ― ¡Hola Papi, yo te amo mucho y no quiero nunca separarme de ti! Jacó, sin salir de su mal humor y stress, dice: 
― Julio estoy exhausto y nervioso. Entonces, por favor, ¡no me vengas con idioteces!
Con las palabras ásperas del padre, Julio quedó triste y fue a llorar a un rincón de su cuarto.
Doña Joana, madre de los niños, sintiendo la falta del hijo fue a buscarlo por la casa, hasta que lo encontró en el rincón del cuarto con los ojitos llenos de lágrimas.
Doña Joana, espantada, comenzó a secar las lágrimas del hijo.
Y le pregunto:
 ― ¿Qué pasa Julio? ¿Por qué lloras? Julio miró hacia su madre, con una expresión triste y le dice:
 ― ¡Mamita, yo te amo mucho y no quiero nunca separarme de ti! Dona Joana sonrió a su hijo, y le dice:
 ― ¡Mi amado hijo, estaremos siempre juntos! Julio sonrió, dio un beso a su mamá y se acostó.
 En el cuarto del matrimonio, ambos se preparaban para acostarse, Doña Joana pregunta a su marido Jacó:
 ― Jacó, Julio está muy extraño hoy, ¿no te parece? Jacó, muy estressado con el trabajo, dice a su esposa:
 ― Ese tonto solo está queriendo llamar la atención... ¡Acuéstate y duerme mujer! Entonces, todos se recogieron a dormir tranquilos.
A las dos de la mañana, Julio se levanta y va al cuarto de su hermano Ricardo y se queda observándolo dormir...
Ricardo, incomodado con la claridad, despierta y grita a Julio:
 ― ¡Estás loco, apaga esa luz y déjame dormir!
Julio, en silencio, obedeció a su hermano, apagó la luz y se dirigió al cuarto de sus padres... Llegando allá, encendió la luz y se quedó observando a su padre y a su madre dormir.
El señor Jacó despertó y preguntó a su hijo:
 ― ¿Qué sucede Julio?
Julio, en silencio, solo balanceó su cabeza en señal negativa, respondiendo al padre que nada había ocurrido.
De ahi el señor Jacó, irritado, preguntó a Julio:
 ― Entonces, ¿que te sucede tonto?
Julio continuó en silencio. Jacó, ya muy irritado, gritó a Julio: 
― Entonces ¡vete dormir muchacho! Julio apagó la luz del cuarto, se dirigió al suyo y se acostó.

A la mañana siguiente todos se levantaron temprano.
El señor Jacó iría a trabajar, doña Joana llevaría a los pequeños a la escuela, a Ricardo y Julio...
Pero Julio no se levantó.
Entonces, el señor Jacó, que ya estaba muy irritado con Julio, entró bufando al cuarto del niño y grita:
 ― ¡¡¡Levántate tonto vagabundo!!!
Julio ni se movió.
Entonces, Jacó avanzó hacia el niño y tiró con fuerza el cobertor del pequeño con un brazo recto y levantado, listo para darle un golpe, cuando percibe que Julio estaba con los ojos cerrados, y que estaba pálido. Jacó, asustado, colocó la mano sobre el rosto de Julio y puede notar que su hijo estaba helado.

Desesperado, Jacó gritó, llamando a su esposa y a su hijo Ricardo, para que vieran que había acontecido con Julio... Infelizmente lo peor. Julio estaba muerto y sin ningun motivo aparente.
Doña Joana, desesperada, abrazó a su hijo muerto y no conseguía ni respirar de tanto llorar.
Ricardo, desconsolado, tomó firme la mano del hermano y solo tenía fuerzas para llorar también. Jacó, con desesperación, sollozando y con los ojos llenos de lágrimas, percibió que había un papelito doblado en las pequeñas manos de Julio.
Jacó, entonces, tomó el pequeño pedazo de papel.
Y había algo escrito con la letra de Julio.

 La otra noche Dios vino a hablar conmigo a través de un sueño.
Me dijo, que a pesar de amar a mi família y que ella me ama, tendríamos que separarnos.
Yo no quería eso, pero Dios me explicó que sería necesario.
No sé lo que va a suceder, pero tengo mucho miedo.
Me gustaría que quedase claro apenas una cosa:
● Ricardo, no te enverguences de amar a tu hermano.
● Mamá, es la mejor mamá del mundo.
● Papito, el señor que de tanto trabajar se olvidó de vivir.
● ¡¡¡Yo los amo a todos ustedes!!!

¿Cuántas veces no tenemos tiempo para parar, amar y recibir el amor que nos es dado? Tal vez cuando despertemos pueda ser demasiado tarde... ¡Pero aún hay tiempo!

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