viernes, 23 de octubre de 2015
El Hombre sin Rostro...
Hace unos años a un trabajador se le presentó una oportunidad de mejor empleo
y por ello emigró con su familia desde New York hasta Australia.
En la familia de este hombre, había un joven muy apuesto, su hijo,
quien tenía aspiraciones de convertirse en un famoso trapecista de
algún circo o ser un gran actor.
Este joven, mientras esperaba que llegara su oportunidad con
algún circo o incluso como ayudante de cualquier escenario,
trabajaba en los embarcaderos locales, que bordeaban los peores
sectores de la ciudad.
Caminando a casa, una tarde, este joven fue atacado por cinco
delincuentes que querían robarle. En lugar de simplemente
darles el dinero que traía, el joven se resistió. Sin embargo,
los cinco maleantes lo sometieron con facilidad y procedieron
a golpearlo salvaje mente. Con sus botas y manoplas de acero
golpearon su rostro y todo su cuerpo, dejándolo al borde de la
muerte.
Cuando la policía lo encontró tirado en el camino, asumieron
que ya estaba muerto y llamaron a la camioneta de la morgue.
En el trayecto hacia la morgue uno de los policías lo escuchó
aspirar roncamente buscando aire y de inmediato lo trasladaron
a la unidad de emergencia del hospital.
Cuando fue colocado en una de las camillas, una de las
enfermeras mencionó con horror que este joven ya no tenía rostro.
Sus ojos habían sido golpeados terriblemente, su cráneo,
sus piernas y sus brazos estaban fracturados, su nariz estaba,
literalmente, colgando de su cara, todos sus dientes habían
desaparecido y los huesos de su mandíbula fueron separados de
la estructura del cráneo.
Aunque salvó su vida, pasó un año en el hospital. Cuando finalmente
salió del hospital, su cuerpo, a pesar de que había
curado, tenía un rostro que producía rechazo ante los que se
le cruzaban. Ya no era aquel joven apuesto que todos habían
admirado.
Cuando el joven empezó a buscar trabajo fue rechazado
repetidamente en todos lados, debido al aspecto repulsivo de
su apariencia. Un posible empleador le sugirió que se uniera
al circo bajo el nombre de "El Hombre sin Rostro". El tuvo que
hacer esto por un tiempo. Aun así, seguía siendo rechazado y
casi nadie quería acercarse o acompañarle. Tuvo pensamientos
suicidas. La situación no cambió por cinco años.
Un día, este joven pasó frente a una iglesia y buscando algo
de paz, entró. Después de escuchar sus lamentos un sacerdote
se le acerca.
Éste sacerdote sintió mucha lástima por él y lo llevó hasta la
rectora donde hablaron por largo tiempo. El sacerdote se impresionó
tanto con este joven que le dijo que haría todo lo
que estuviera a su alcance para ayudar a restaurarle el
rostro, su dignidad y su vida, siempre y cuando el joven
prometiera convertirse en un católico ejemplar y que confiara
que la piedad de Dios lo liberaría de ese tormento. El joven
asistió, desde entonces, cada día a los servicios religiosos
donde le agradecía a Dios por salvarle la vida y le pedía, tan
sólo, que le diera paz mental y la gracia para convertirse en
el mejor hombre que él pudiera llegar a ser a los ojos
de Dios.
El sacerdote, a través de sus contactos personales, consiguió
los servicios del mejor cirujano plástico en Australia. No
habría costo alguno para el joven, debido a que el doctor era
un gran amigo del sacerdote. El doctor también se impresionó
tanto por el joven, quien miraba ahora a la vida con tanta
alegría, esperanza y amor a pesar de la horrible experiencia
que había sufrido.
La cirugía fue todo un éxito. Se le hizo también
el mejor trabajo de reconstrucción dental.
Este joven se convirtió en todo lo que le prometió a Dios que
sería. También fue bendecido abundantemente con una hermosa y
maravillosa esposa y muchos hijos. Además alcanzó un éxito
impresionante en una carrera en la que sin duda hubiese sido
el último en encontrar éxito si no hubiese sido por la Gracia
de Dios y el amor de las personas que se preocupaban por él.
Esta experiencia él la hizo pública. Este joven es MEL GIBSON
y su vida ha servido de inspiración para la película "El
hombre sin rostro", que él mismo produjo. Es una persona de
admirar por nosotros como un hombre temeroso de Dios y un
ejemplo del verdadero valor de un hombre.
Esto nos enseña que Dios siempre está dispuesto a ayudarnos en
las pruebas y en las situaciones más difíciles. El siempre se
encuentra allí para fortalecernos en cada lugar, en cada
persona que encontramos en nuestro camino, por eso cada día
hay que orar, ya que al final de cada sendero espinoso
encontraremos nuestra recompensa más grande, que será
el de reconocer la obra y el Rostro de Dios ...
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